Nacido en La Habana, inició sus estudios en la Escuela Provincial de Ballet «Alejo Carpentier» de esa ciudad y los continuó en la Escuela Nacional de Ballet bajo la guía de los profesores Adria Velázquez, Marta Iris Fernández y Mirta Hermida. Durante su etapa escolar participó en representaciones de Sueño de una noche de verano, realizada por una sociedad teatral italiana, que incluyó numerosas ciudades de ese país.
Al graduarse, en 1999, pasó a integrar las filas del Ballet Nacional de Cuba, bajo la dirección artístico-técnica de Alicia Alonso. Con esta compañía ha actuado en numerosos países de América, Europa, Asia, África y Australia.
En el 2001 fue promovido al rango de Corifeo, en 2008 al de Primer Solista, en 2011 al de Bailarín Principal y en el 2013 al de Primer Bailarín de carácter.
Su repertorio incluye roles solistas de la gran tradición romántico-clásica del siglo XIX y creaciones contemporáneas de coreógrafos cubanos y extranjeros.
Opiniones de la prensa:
En Coppélia: «Muy destacable el Dr. Coppelius de Ernesto Díaz, francamente hilarante y enfático.»
Yuris Nórido. Trabajadores. La Habana, Cuba, 2012
En Coppélia: Ernesto Díaz acercó un personaje creíble (el Dr. Coppelius), en el que la picardía fue signo característico.»
Toni Piñera. Granma. La Habana, Cuba, 2012
«En Cascanueces, Ernesto Díaz, en su papel de Drosselmeyer se enfrenta en este rol con mucha fuerza escénica. Demostrando mucho oficio.»
Toni Piñera. Granma, La Habana, Cuba, 2013.
En Giselle: «…el Hilarion de Ernesto Díaz se dejó sentir con fuerza.»
Toni Piñera. Granma, La Habana, Cuba, 2013.
En La fille mal gardée: «Ernesto Díaz, convenció, despertó la hilaridad entre los asistentes, logró instantes de plena integración a la trama y fue muy aplaudido.»
Toni Piñera. Granma. La Habana, 2017
En Giselle: «Ernesto Díaz es impetuoso como Hilarion, el rudo guardabosque que también está enamorado de Giselle, transmitiendo bellamente lo repulsivo de la violencia sexual.»
Andrew Meacham. Tampa Bay Times. Estados Unidos, 2018
En Giselle: «El Hilarión de Ernesto Díaz proyectó amorosa virilidad, aportando valiosos destellos dramáticos a la escena final del primer acto, al superar plenamente los típicos estereotipos banales que sobreabundan en la representación de este personaje.»
Leonardo Venta. La Gaceta. Tampa, Estados Unidos, 2018