Se abre el telón. No aparece Carmen, ni Giselle, ni Odette, ni el cisne blanco. Es Viengsay Valdés o, simplemente, Viengsay, quien ha tenido la suerte de conocer y trabajar con los padres fundadores de la escuela cubana de ballet: Alicia, Fernando y Alberto Alonso, y también con Aurora Bosch, Loipa Araujo, Mirta Pla y Josefina Méndez, de quienes ha sido alumna.
Es Viengsay Valdés, subdirectora artística del Ballet Nacional de Cuba (BNC) y primera bailarina de esta prestigiosa compañía, la invitada de este viernes 6 de diciembre, en al espacio Catalejo, en la sede de la Casa de la Prensa nacional.
Acto I. El legado
Siente que a sus maestros les debe siempre. E intenta transmitir a las nuevas generaciones los conocimientos que adquirió con ellos. “Es un tesoro que he conservado, pero quiero compartirlo”.
En Cuba —dijo— el ballet se ha sentido como un arte popular, por la necesidad que vieron sus fundadores de crear una escuela cubana de ballet, aunque este siempre ha sido considerado un arte elitista en muchos países. En el nuestro, ha sido posible acceder al ballet como algo natural; ha sido llevado a cualquier rincón de la Isla. Porque forma parte de ese gran crecimiento y desarrollo del ser humano.
Acto II. La continuidad
Además de mantener el legado histórico, Viengsay también siente también “la necesidad de añadir nuevos objetivos al Ballet Nacional de Cuba, “para elevar la calidad técnico-artística y expandir el reconocimiento de nuestro Ballet”.
Piensa que puede ser mucho mejor de lo que es hoy, y considera que hay que estar actualizado, porque existe talento artístico en las nuevas generaciones, solo hay que pulir su trabajo.
Acto III. Los desafíos
Encarnar al mismo tiempo los roles de bailarina y directora resulta muy difícil, dijo. Porque una función no debe sobrepasar a la otra. “Quiero estar a la misma altura como bailarina y como directora”.
“Soy una bailarina que lo da todo; para mí cada ensayo es como una función. Es una preparación psicológica, física, artística, pero en el escenario uno casi siempre da un extra. La preparación tiene que valer desde el principio y el artista debe “tener chispa para resolver cada situación difícil”.
Acto IV. Un sello único, las raíces
La escuela cubana de ballet se nutrió de la escuela rusa, de la inglesa, la danesa, la francesa y la italiana. “Nuestra escuela es la más joven de su tipo reconocida a nivel internacional, pero hay que tener especial cuidado cuando se hacen colaboraciones con otras escuelas.
“Nosotros tenemos un sello propio y hay que defenderlo. Aunque existan otras escuelas que quieran aportar, no se puede permitir que nos cambien lo que ya establecido. La formación con maestros extranjeros no significa un cambio en la forma de hacer de la escuela cubana de ballet, porque es parte del respeto al legado histórico”.
Acto final.
Más allá de Giselle, Carmen, Odette u Odile, Viengsay es una joven versátil, histriónica, fotogénica. Lo demostró en un vídeo clip reciente. En esta jornada con los periodistas promete escribir un texto para publicar. También es una graduada con los más altos honores en su carrera universitaria de arte danzario. Sobresale en ella, un elevado ser humano, además de su cultura, profesionalidad y excelencia como bailarina.
(Fotos: Yoandry Avila Guerra/Cubaperiodistas).
Añadir nuevo comentario