En el Paseo de la Reforma tal vez haya mayor movimiento en estos días, el ir y venir crece en torno al Auditorio Nacional de la capital mexicana. El Ballet Nacional de Cuba presentará Giselle después de estar ausente de este escenario por más de una década.
Viengsay Valdés, quien será la joven campesina, la Wili, ha tenido unos días de asedio constante por parte de la prensa, su rostro se ha visto en cuanto medio de difusión ha sido posible, pero la primera bailarina y subdirectora artística de la compañía, no ha dejado de recibir su clase y de asumir su ensayo con rigor. “Quiero que los mexicanos disfruten de esta joya del ballet cubano con la misma fuerza y pasión que ponemos todos en el escenario, desde el cuerpo de baile hasta los primeros bailarines, es una mezcla de técnica e histrionismo que hemos aprendido de nuestra gran Alicia Alonso y estoy segura cautivará a todo el que asista a esta presentación”, nos dice caminando, con su bolsa de trabajo al hombro, rumbo al local de
ensayo, en la Compañía Nacional de Danza.
El Duque, que engaña, enamora y termina pidiendo perdón, lo asume el primer bailarín Dani Hernández. Ha estudiado cada detalle de la obra y desea que cada uno de los que asista al enorme Auditorio Nacional perciba, al margen de su pericia técnica, el trabajo actoral que tiene el personaje; para ello ha tomado de muchos de los que le precedieron, pero confiesa que se identifica más con Jorge Esquivel.
Cuando la noche del próximo 27 de septiembre la función concluya, el Ballet Nacional de Cuba se sentirá satisfecho si cada uno se lleva a su casa un poco de la leyenda alemana recogida por Heinrich Heine, envuelta en la música de Adolphe Adam y trabajada por la gran Alicia Alonso para que todos la admiraran y no la olviden jamás.
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