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Ballet Nacional de Cuba, una temporada entre la tradición y la contemporaneidad

Mar, 15/02/2022 - 17:43
Ballet Nacional de Cuba, una temporada entre la tradición y la contemporaneidad
Homenaje a Alicia Alonso y en celebración del aniversario 500 de La Habana

Autor: Mireya Castañeda | internet@granma.cu
12 de noviembre de 2019 19:11:17

De altos quilates, simbólica, con la fortaleza de su legado y la certeza de un consolidado futuro, así ha sido la primera temporada del Ballet Nacional de Cuba luego del reciente deceso de una de sus fundadoras y directora general, la assoluta Alicia Alonso.

En celebración del medio milenio de La Habana, y en homenaje a la eximia ballerina, como naturalmente debía ser, la compañía bailó «con el corazón», tal como escribe la actual directora artística y primera ballerina Viengsay Valdés para el hermoso programa de mano que tiene en su portada una foto de Alicia en La Diva (María Callas in memoriam, coreografía Alberto Méndez), de la argentina Alicia Sanguinetti.

Dos estrenos, dos obras emblemáticas, y otra ya incluida en su repertorio, distinguieron la temporada, que transcurrió, como es habitual en la sede la compañía, el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.

La segunda semana (8, 9 y 10 de noviembre) la función comenzó con Las Sílfides, uno de los ballets más frecuentemente presentados en todo el mundo, joya de la compañía y de gran valor simbólico: fue cuidadosamente montada por la propia Alicia Alonso, quien trabajó directamente con su coreógrafo Mijail Fokine en Nueva York, cuando ella integraba el Ballet Teatre, e interpretada en la temporada fundacional del entonces Ballet Alicia Alonso, en 1948, en el teatro Auditorium de La Habana.



En un artículo en la revista Cuba en el Ballet citado en el programa, Alicia revela que estudió directamente con Fokine, la versión definitiva que él hizo en 1942  y subraya: «…me esforcé especialmente en la comprensión del estilo…» que es hasta nuestros días una de las excelencias de la compañía cubana.

Los jóvenes bailarines no opacaron el recuerdo de momentos en que subieron a escenas grandes del ballet cubano, dígase Loipa Araújo, Ofelia González y Lázaro Carreño, a quienes escuché ovacionar por esta pieza -es un ejemplo- en el Festival Internacional de Edimburgo en 1991.  

La primera semana (1, 2 y 3 de noviembre) «para proteger su patrimonio histórico», explica la directora artística, «…decidí incorporar El poema del fuego, del laureado creador cubano Alberto Méndez…», asesor artístico de la compañía y Premio Nacional de Danza 2004, estrenado en 1983.

La tercera pieza del repertorio incluida esta temporada fue Celeste, de la coreógrafa belga-colombiana Annabelle López- Ochoa, creada especialmente para el Ballet Nacional y estrenada en el 24 Festival Internacional de 2014.

Fue su primer trabajo con la compañía. Una obra abstracta, con música de Chaikovsky, de gran dinamismo, imbuida del aire romántico del compositor y la danza clásica, de la cual, sin embargo, se aparta en su propuesta.

López- Ochoa creó en 2016 otra pieza para el BNC, titulada Oscurio, «un anagrama entre oscuro y curioso y…un experimento» – dijo en su momento para nuestra publicación–, porque trabaja con el clásico tutú.

En el «camino natural de actualización» –citando siempre a Viengsay Valdés– el BNC propuso dos estrenos, el primero, en el orden de la función vista el domingo 10, resultó una pieza de gran lirismo y sensibilidad, con el pianista Marcos Madrigal en escena,  Love Fear Loss (que traducida como un todo afirma: el amor teme la pérdida) del coreógrafo brasileño Ricardo Amarante, exquisitamente defendida por tres jóvenes parejas, que fueron muy recompensadas por el público.  


Amarante viajó a La Habana para montar esta obra que estrenara en 2012 con el Royal Ballet de Flandes, para la cual utilizó tres inolvidables canciones de la gran diva francesa Edith Piaf, Hymne A L'amour (letra de Piaf y música Marguerite Monnot, 1950);  Ne me quitte pas (letra y música Jacques Brel, 1959) y Mon Dieu (letra Michel Vaucaire, música Charles Dumont, 1960).

Con el conmovedor Concierto no. 2 en Fa mayor para piano y orquesta del ruso Dmitri Shostakovich, el  reconocido coreógrafo Alexei Ratmansky ha logrado una obra que sobresale tanto por su clasicismo como por su estilo contemporáneo, Concierto DSCH.

Ratmansky montó a la compañía cubana su aclamada pieza, creada en 2008 para el New York City Ballet. Su título refiere a motivos musicales utilizados por el compositor para representarse a sí mismo, cuatro notas que, escritas en alemán, componen sus iniciales (D.Sch).


El Concierto transmite una energía que el coreógrafo utiliza en el opening, contrastante con el andante para cuerdas y piano, mas sentimental, hasta el muy vigoroso allegro finale, con todos en escena, luego de dúos, tríos y cuerpo de baile, encabezados por los primeros bailarines Anette Delgado y Dani Hernández.

Para concluir, una primera temporada sin la presencia física de la mítica Alicia Alonso que llevó a la escena del Lorca un programa vigoroso con una muy lograda variedad de estilos, bailados todos con la excelencia técnica y artística que caracteriza al Ballet Nacional, y «con el corazón».

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