No se trata de otro festival. Este, inaugurado en 1976 por Tadatsugu Sasaki (director de la Fundación Japan Performing Arts y del Tokyo Ballet, fallecido en 2016) une cada tres años a grandes bailarinas de diferentes compañías y países.
La primera edición causó una sensación internacional: juntó a tres leyendas, Margot Fonteyn, Maya Plisetskaya, y Alicia Alonso, quien a sus 97 aún está al frente de la compañía cubana.
Viengsay, seleccionada entre las mejores bailarinas del mundo por la prestigiosa revista especializada Dance Europe, ha sido invitada en tres ocasiones, la primera en 2006, cuando compartió con Sylvie Guillem, Alina Cojacaru, Alessandra Ferri y Tamara Rojo.
Este año el Festival de Tokio anunció la presencia de estrellas de la talla de María Alexandrova, regresan Rojo, Cojocaru, Ferri y se incorporan Melissa Hamilton y Myriam Ould-Braham, y entre los hombres Marijn Rademaker, Roberto Bolle, Federico Bonelli.
La bailarina cubana llevó dos piezas, una para el programa concierto y otra para la Gala Sasaki. La primera de ellas fue Muñecos y tuvo como partenaire al bailarín de origen brasileño Daniel Camargo, del Dutch National Ballet.
Es una selección especial, pues con Muñecos, Alberto Méndez ganó el Premio de Coreografía en el II Concurso Internacional de Ballet de Tokio, en 1978. No hay muchas cuentas a sacar: 40 años de estreno y triunfos.
Muñecos, una pieza de ballet contemporáneo, narra el romance que surge entre una muñeca de trapo y el soldadito de plomo. Lo singular es cómo Méndez, Premio Nacional de Danza 2004, logra perfecta fusión entre lo cubano y lo universal.
Para la Gala Sasaki, Viengsay asumió, a petición de los organizadores, el solo ParAlicia, coreografía de la cubana Tania Vergara y música compuesta especialmente por el maestro Frank Fernández, que ella misma estrenara en 2010 para festejar el 90 cumpleaños de la prima ballerina absoluta y leyenda de la danza universal Alicia Alonso.
En 2015, el cineasta Alejandro Pérez filmó un Videoarte de ese tributo a Alicia que partió —cito a la periodista Marta Sánchez de Prensa Latina— «de una inquietud del músico por regalarle algo a esta diva universal del ballet...y la realidad superó el sueño pues Alonso adornó particularmente la pieza...con gestos de los brazos, la cabeza y hasta pequeños movimientos de los pies» y esa primera toma está incluida en el material.
A criterio de la bailarina —continúa la información de Sánchez en 2015—, «los variados matices de la música apoyan la interpretación y el virtuosismo, mientras la coreografía de Vergara combina inteligentemente la técnica clásica con movimientos contemporáneos y aprovecha estados anímicos sugeridos por la composición musical».
CENICIENTA, ANTES DE PARTIR
En La Habana, como en todo el mundo, los fans del ballet tienen ídolos que siguen a muerte. Así sucede con Viengsay. En la última temporada del Ballet Nacional de Cuba (BNC) —en la sala Lorca del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso— antes de un breve receso estival, subió a escena interpretando el rol protagónico en La Cenicienta, y fue espectacular.
La versión cubana de La Cenicienta cuenta con dos actos y cuatro escenas y se debe a Pedro Consuegra, coreógrafo cubano radicado en Francia, quien utilizó la música de Johann Straus (hijo), la única pieza que éste compuso expresamente para danza.
Inspirado en el cuento homónimo de Charles Perrault (1628-1703) tiene diseños de Armin Heinemann y tanto coreografía como diseños subrayan el carácter infantil del cuento de hadas. Es un grato divertimento.
En esta ocasión estuvo acompañada por el primer bailarín Dani Hernández, un excelente partenaire, un príncipe. Ambos recibieron varias ovaciones, particularmente en el pas de deux final, el cual todos concuerdan es muy exigente desde el punto de vista técnico.
HACIA EL FESTIVAL DE BALLET DE LA HABANA
Viengsay ha ido tejiendo una leyenda gracias a su talento y
virtuosismo y una disciplina férrea. No gratuitamente su biografía se
titula De acero y nube.
Ella es sin dudas una bailarina especial, que
todo lo da en cada función. Su destreza técnica, es cierto, sus giros
brillantes e ininterrumpidos, sus prolongados balances en punta, su
precioso port de bras, y más allá, la actuación, siempre en la piel del
personaje.
Ahora se acerca velozmente el 26 del Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso (28 de octubre al 6 de noviembre) dedicado a celebrar los 70 años de fundado el BNC.
Aun más, el Departamento de Prensa ya anunció que una de las particularidades de la programación será la gran temporada prevista para festejar los 75 años del debut escénico de Alonso en Giselle, un rol considerado el más rico y exigente de todo el repertorio clásico y en el cual muchos la han reverenciado como la mejor de las Giselle contemporáneas.
Imaginemos esas funciones. Ciertamente todas las primeras bailarinas de la compañía han hecho y hacen sus Giselle y han sido muy aplaudidas. Es una pieza emblemática de la compañía. Ahora es la era Viengsay Valdés. Ella es la enamorada campesina y la etérea willi y la crítica internacional así la reconoce. ¿Los calificativos? Magnífica, impresionante, conmovedora. El magnetismo de una estrella.
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