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El Lago de los Cisnes

Mié, 16/02/2022 - 16:06
El Lago de los Cisnes
Coreografía
Alicia Alonso, sobre la original de Marius Petipa y Lev Ivanov
Música
Piotr Ilich Chaikovski
Vestuario
Francis Montesinos
Escenografía
Ricardo Reymena
Producción
Ballet Nacional de Cuba y Teatres de la Generalitat Valenciana

El lago de los cisnes ha tenido muy disímiles versiones. Las coreografías inspiradas en la original de Petipa e Ivánov, se han sucedido en diferentes países, con la firma de coreógrafos como Alexander Gorsky, Mijaíl Fokín, Mijaíl Mordkin, Agripina Vagánova, Nicolai Sergueiev y George Balanchine, así como de otros más recientes. También existen puestas en escena contemporáneas,vinculadas con el tema, pero ajenas a la gran tradición clásica.

La coreografía original de El lago de los cisnes creada por Petipa e Ivánov no ha llegado a nuestros días de manera íntegra, aunque sí el concepto del estilo e importantes fragmentos de la coreografía. Es por ello que en las puestas de nuestros días desempeñan un papel fundamental los coreógrafos repositores de estos grandes clásicos. Ellos deben conservar todo lo que indiscutiblemente pertenece al original, y recrear el resto de la obra con un profundo conocimiento del estilo, los modos expresivos y las prácticas teatrales de la época en que fue creada, pero sin perder de vista que trabajan para un espectador contemporáneo. Esta ha sido la base del trabajo de Alicia Alonso en El lago de los cisnes.

A finales de 1953, la maître y coreógrafa inglesa Mary Skeaping, montó la obra para el entonces Ballet Alicia Alonso, según la versión de Sergueiev, en lo que constituyó el estreno en América Latina de la obra completa. La première tuvo lugar en el Teatro Auditorium, de La Habana, en 1954, con Alicia Alonso, Royes Fernández y Charles Dickson en los personajes de Odette-Odile, el Príncipe Siegfried y el hechicero von Rothbart, respectivamente.

Alicia Alonso, como repositora, coreógrafa y responsable de las grandes piezas del repertorio tradicional dentro del Ballet Nacional de Cuba, emprendió de inmediato un cuidadoso trabajo con la coreografía, el estilo y la dramaturgia de El lago de los cisnes . Retomó todos los elementos reconocidos como originales, y siguió un riguroso criterio para fijar el estilo de este ballet, además de subrayar la coherencia narrativa de la trama. Su coreografía incluye momentos de gran virtuosismo, tanto en los casos en que la danza se muestra puramente académica, como en los bailes de carácter. El trabajo coreográfico de Alicia Alonso con El lago de los cisnes ha estado íntimamente vinculado a su desempeño como intérprete genial de los personajes de Odette y Odile, y tuvo un largo proceso de depuración y profundización, que comprendió varias décadas. Su tarea incluyó el estudio minucioso de las tradiciones folklóricas y las leyendas que inspiraron el libreto, así como un detallado análisis de la partitura compuesta por Chaikovski. La critica especializada ha reconocido la atmósfera de credibilidad, la armoniosa integración entre drama y baile y la unidad entre todas las partes de la obra, que se advierte en la propuesta de la Alonso.

En El lago de los cisnes , existe un contraste entre el ambiente realista de los actos primero y tercero, y la atmósfera sublunar y misteriosa de los llamados “actos blancos”. En la versión de Alicia Alonso el primer acto y el tercero también tienen cualidades muy distintas. El telón abre en el primer acto -después del famoso preludio elegíaco-, con la fiesta organizada por los campesinos en plena ebullición. Los bailes de este acto poseen un carácter popular, franco y extrovertido, en tanto en la celebración del tercer acto, en el palacio, se respira una atmósfera más contenida, cortesana, en un estilo claramente diferenciado. Al concluir el primer acto ya está expuesto el conflicto entre la Reina Madre y el Príncipe Siegfried, y sugerido el mundo fantástico en el que el joven va a penetrar en el segundo acto, lo cual contribuye a la continuidad del argumento y a la comprensión de la historia. Asimismo, el personaje del bufón, a menudo minimizado, desempeña aquí un rol de gran dificultad técnica y expresiva, pues interactúa con los personajes principales, y marca a menudo las transiciones. También en el primer acto tiene lugar un momento distintivo de la versión cubana: un retablo que alude a la elección de esposa, en el cual la Reina Madre, el Tutor, el Príncipe y las princesas que aspiran a casarse con él, son representadas por animales con características equivalentes a los personajes -a manera de una fábula-. La Alonso aplica aquí el recurso del teatro dentro del teatro, y enriquece así un acto que puede considerarse modélico en cuanto a progresión dramática. Después de los bailables de los campesinos, que ocurren no por casualidad a la hora del ocaso, el paso de la bandada de cisnes provoca un estado de encantamiento general imbuido de cierta melancolía, que anuncia la atmósfera del acto siguiente.

Por otra parte, en los actos segundo y cuarto, la coreografía ideada por la Alonso para los cisnes hace énfasis en la línea recta: triángulos, diagonales, cruces en filas..., elementos estructurales que plásticamente evocan el dinamismo, la acción, el movimiento, y en ocasiones, la fortaleza, ideas que entroncan con el maleficio que ha caído sobre el lugar y del cual son víctimas las doncellas de aquel reino. Estilísticamente, los cisnes, en la versión de la Alonso, son inconfundibles con los de otras versiones. En algunas poses, las manos se mantienen con las muñecas quebradas, evocando la cabeza del cisne. En lo que respecta al tercer acto, lo más distintivo de la coreografía cubana es el pas de deux entre Odile y Siegfried, de notable dificultad técnica. Un detalle característico, es la famosa secuencia de sautés arabesque sur les pointes. El cuarto acto, en la coreografía de Alicia Alonso, es sustituido por un epílogo que sucede sin interrupción al tercer acto. Esto contribuye a la fluidez y continuidad en el desarrollo de la trama, y a una síntesis más acorde con las exigencias de la escena contemporánea, ya que en ese punto del desarrollo de la obra, lo esencial está dicho, y se impone una rápida conclusión. A diferencia de otras versiones, aquí el amor y el bien triunfan sobre las fuerzas del mal: Siegfried logra vencer a von Rothbart y conjurar el hechizo, y los cisnes vuelven a convertirse en hermosas doncellas, desaparecen las ruinas que rodean el lago, y el palacio de la princesa Odette emerge intacto de las aguas, en una conclusión que se aviene también perfectamente a la estética romántica.

Alicia Alonso gusta de citar la afirmación de Stravinski de que la tradición es una fuerza viva que anima al presente. Sus versiones de obras clásicas como Giselle , El lago de los cisnes , y otras como La fille mal gardée, La bella durmiente del bosque, Cascanueces y Coppélia , ejemplifican esa máxima. El equilibrio entre tradición y expresión contemporánea es el signo del trabajo que realiza Alicia Alonso con las obras clásicas del repertorio. “Se trata de rescatar la esencia del romanticismo y el clasicismo —ha explicado la artista—, haciéndolos viables para el público de hoy, lo cual, a mi juicio, es la mejor forma de respetar los clásicos.